Escritos
Incredulidad Vs hipocresìa
Y yo sin embargo podría responderte que estoy bien o podría decirte que no, que yo sigo igual o quizá un poco más triste, pero entonces si te digo que estoy bien no me creerías y si te digo lo mal que estoy no te importaría; así que con todo respeto yo prefiero tu incredulidad que tu hipocresía.
(Juanita Ospina)
Somos lo ìnfimo, peste destruyente
Las reacciones están tan arraigadas al proceder humano como un miembro más de su cuerpo, somos consecuentes y aún justificándonos somos tan evidentes; somos quimeras y estamos llenos de ellas y no importa cuánto hagas y cómo lo hagas, la vida juega siempre con sus cartas en barajas... Y sí, la culpa es de uno si algún momento es inoportuno, como dice Benedetti: "la culpa es de uno y no de los pretextos ni del tiempo".
Hay quienes fuman y beben para soñar despiertos y no morir soñando; también quienes se enloquecen porque su canción preferida está sonando y, hay también corazones que se mueren al descubrir que un amor los está engañando. Quiero exhibir los casos de la mujer que de su pena no se defiende y prefiere esperar la fiesta que trae diciembre.
...porque así somos, locos consecuentes, diligentes contraproducentes, amantes hirientes, borrachos decentes, religiosos delincuentes y lo ínfimo, peste destruyente.
(Juanita Ospina)
Venero las ausencias
Venero las ausencias... cuando falta el sol disfruto de la inspiración que otorga noche; en ocasiones, cuando el calor se disipa aprovecho el frío. La presencia de algo o alguien siempre es procedente de la ausencia de otro. Por ejemplo, me gusta que no estés tú porque llegan a mi mente los recuerdos del tiempo que pasa mientras estamos, mientras somos; entonces, cuando soy sólo yo y sólo eres tú, regresa el intenso anhelo de un encuentro, de otro "somos" y "estamos".
Lo mejor del gozo que genera la ausencia es darse cuenta de que solamente aquella que conlleva al deseo, al recuerdo y a la pasión, encierra un ser que nunca está ausente, una esencia que nunca ha dejado de estar presente, puesto que siempre y aunque estática transporta imágenes a la mente, imágenes que encantan, como tu existencia me encanta... como encantan al literato las letras. ¡Esas ausencias sí que agradan!
(Juanita Ospina)
Sabios sentidos
...Aprendí a conocer la grandeza de los sentidos, esos que conocemos son básicos y no dejan de ser maravillosos; las memorias que retornan con el olor, el apetito que llega por el sabor, el sentimiento que invade por la mirada, o tan simple como la caricia que muestra el calor.
Los terrícolas siguen en la búsqueda de lo conocido, mientras experimentan lo desconocido; es extraordinario que la razón busque preguntas mientras que los sentidos responden; sin embargo la raza humana no deja de ser la menos pensante, la que habla y no siente, la raza que no entiende que: “el amor es ciego y por ello los amantes cuando se acarician trascienden”.
Sé que puedo sentirlo, de hecho lo estoy sintiendo y estoy sabiendo que hay más asesinos de sentimientos que asesinos sangirentos. Yo en representación de mi expresión certifico la irrelevancia del origen de la fruta si puedo disfrutar de su fragancia.
Me repela pensar, porque es sentir lo que me hace escribir, es sentir lo que me hace percibir, oír y vivir.
(Juanita Ospina)
¡Ponle precio, yo le pondrè valor!
A mí me enseñaron a apreciar los detalles, la grandeza que se encuentra en la simpleza; la adversidad del universo me han puesto en ocasiones a elegir entre la satisfacción y el hastío; y de algo estoy segura: los momentos de alegría siempre vienen de lo intangible. Quizás el precio se encuentre aquí a mi alcance y a mis pies, pero el valor intencional y veraz me seduce así como las mentes que se atreven a pensar, que se atreven a sorprender sin superficialidad ni omisiones propias. Me seduce la improvisación de la sencillez sincera, esa improvisación capaz de penetrar en mí despertando el interés que ello le genera. El día que le pongas precio a tu sonrisa y tu mirada yo le pondré el valor...
(Juanita Ospina)
¿De qué están hechas las lágrimas?
¡Quién lo creyera! Esas gotitas tan pequeñas necesitan de un poco más que agua para existir, esas significan mucho más que un llanto, esas son el resultado de muchos ingredientes… … cada quien escoge los ingredientes para la cocción.
Hay quienes prefieren añadirles una pizca de alegría, (esos son muy pocos). También hay quienes deciden que lo mejor es agregarles un poco de dolor, mezcla de nostalgias y remordimiento al gusto.
¡Ah!, y como olvidar a esos que para sazonarlas adicionan culpa a fuego lento, les dan color con menguado de sufrimiento o, ¿por qué no?, con una creciente del mismo, y obvio, que no falten los recuerdos, entre más frescos, mucho mejor.
Quienes las prefieren amargas suelen anexar maldición y enojo. Importante, durante la preparación, asegúrense de no salpicar a nadie con los ingredientes y menos si se trata de un ser querido, porque luego tocará compartir con ellos y a nadie nos gusta compartir.
Revuelve constantemente, mientras se cocinan tú decides si las haces al rencor o al perdón, sin embargo yo sugiero que lo mejor es agregarles la salsa del amor y el aprendizaje. ¡Quedarás más satisfecho!
De esta manera y con los ingredientes mencionados estarán listas tus lágrimas, casi siempre saben a ausencia u olvido.
Es indispensable dejar hervir durante varios días el alma, cuando sientas que te quema y que se quiere salir por tu garganta y por tus ojos, quizá ya preparaste lágrimas con todos esos ingredientes sin siquiera haberlo planeado.
Juanita Ospina